Por Willian Boardman, 23 de noviembre de 2013
Dentro
de muy poco, si es que no ha empezado ya, la Compañía de Energía
Eléctrica de Tokio (TEPCO) empezará a extraer las más de 1500 barras de
combustible que se encuentran en la piscina del reactor número 4 de la
central de Fukushima, situada a unos 100 pies (unos 30 metros) sobre el
nivel del suelo. Cada barra de combustible contiene de 50 a 70 elementos
radiactivos. Si se produjese un fallo en la retirada de estas barras, o
la planta nuclear se viese afectada por un terremoto, algunos científicos dicen que: “Adiós a Japón y todas las zonas habitadas de la costa oeste de América del Norte deberían ser evacuadas”.
Fukushima
va de mal en peor, y los trabajos que se han hecho hasta ahora no han
mejorado las cosas, pero esa no es la peor de las noticias. La mala
noticia es que nadie en el mundo sabe lo que se puede hacer, y menos aún
cómo hacerlo, de modo que de momento no se ve que acudan a Japón
equipos internacionales de rescate, ni es probable que lo hagan en un
breve plazo.
La situación
de Fukushima es ahora un constante centro de atención, y se producen
noticias alarmantes. Pero a medida que pasa el tiempo y no se encuentra
una solución, se deteriora la capacidad de pensar con claridad: se nos
presenta un futuro desconocido y sin un control de la situación.
Y además,
resulta que la energía nuclear también va a contribuir al cambio
climático, aunque de manera indirecta, al menos a corto plazo: Japón ha anunciado
que no puede permitirse el lujo de reducir las emisiones de gases de
efecto invernadero a los niveles que prometió, porque los trabajos que
se realizan en Fukushima son demasiado costosos, y se han tenido que
parar todas las centrales nucleares de Japón. Así que a corto plazo,
Japón va a depender de la electricidad producida por los combustibles
fósiles, carbón, petróleo y gas.
A parte de las connotaciones
de temor que Fukushima nos pueda crear, la realidad de la situación es
muy complicada: ¿qué se puede hacer en tal trance?
Una situación que puede empeorar
Cuando
la central nuclear de Fukushima, que dispone de 6 reactores, soportaron
el 11 de marzo de 2011 los efectos de un terremoto y un posterior
tsunami, las unidades 1,2 y 3 sufrieron una fusión del núcleo del
reactor, y al menos dos de ellas, la 1 y la 3, explotaron; otra
explosión se llevó la techumbre del reactor nº4, dejando la piscina de
combustible gastado expuesta a la intemperie. Las unidades 5 y 6 parece
ser que se encuentran en buen estado, y aunque se hayan clausurado no
representan una amenaza tan inmediata.
Desde aquel día de 2011, Fukushima ha estado arrojando radiactividad
a la atmósfera, aunque parece que ahora las cantidades son menores.
También se ha vertido agua radiactiva al Océano Pacífico, vertidos que
continúan en cantidades variables, que van en aumento y que no se
encuentra la manera de controlarlos en poco tiempo. Las aguas
subterráneas bajo la planta nuclear están contaminadas y fluyen. El agua
utilizada como refrigerante también está contaminada y se está
vertiendo al exterior. TEPCO está almacenando grandes cantidades de agua
contaminada en depósitos de almacenamiento, pero algunos de ellos
tienen escapes.
Hay un
consenso general de que la piscina de combustible gastado del reactor
número 4 es la mayor prioridad para hacer de Fukushima un lugar algo más
seguro. Aunque las tareas de extracción del combustible fueran bien, se
espera que al menos duren un año hasta su finalización.
En 1982, la
empresa TEPCO dañó una de las barras de combustible de esta piscina, lo
que hizo que se doblase casi en ángulo recto. Este deterioro fue
incluido en un informe de agosto de 2013. El 12 de noviembre, Japan Times y Reuters, informaron de esta noticia, junto con otra noticia recogida en un informe de TEPCO de abril de 2010: “Dos barras de combustible gastado de la piscina de refrigeración del reactor tienen un alambre enganchado entre ellos. Algunas varillas tienen grietas y están filtrando bajas cantidades de gases radiactivos…”.
TEPCO sólo tiene un plan
TEPCO
tiene un proyecto para extraer las 1500 barras de combustible de la
Unidad 4. El procedimiento, según describe Reuters, es fácil de
explicar: “Las barras de combustible primero se levantan del zócalo
de apoyo, y una a una colocadas en un recipiente de acero, siempre
mantenido bajo el agua para evitar el sobrecalentamiento. El recipiente,
con un peso de alrededor de 90 toneladas, cuando esté lleno será izado
mediante una grúa situada sobre la piscina, lo depositará en el suelo y
un remolque las llevará a otro lugar de almacenamiento situado a unos
100 metros de distancia”.
Nadie
ha criticado el plan de TEPCO, y nadie ha presentado un plan mejor que
éste. Lo que TEPCO no sabe, y nadie más lo sabe, es si será posible
ejecutar este plan previamente establecido. Y lo que es peor, tampoco
saben lo que puede ocurrir en el caso de que se produzca algún error o
un problema técnico. De ahí ese escenario catastrófico: “Si algo va
mal, esto podría ser una gran catástrofe mundial, de modo que lo
sucedido en Fukushima hasta ahora sería una minucia”, dijo el especialista en residuos nucleares Kevin Kamps de Beyond Nuclear, pero sin sugerir otra alternativa.
El ingeniero nuclear Arnie Gundersen de Fairewinds, dijo a la emisora de radio KZYX el pasado mes de septiembre: “Tokyo
Electric ha admitido que el boro que debiera estar entre las barras de
combustible (una capa de boro entre una barra y otra para prevenir lo
que se llama punto de criticidad involuntaria, y que es lo que impide
una reacción en cadena) ha desaparecido. Así que lo único que ahora
impide una reacción en cadena es el hecho de que se añade
boro al agua de la piscina. Pero si una barra está demasiado cerca de
otra, se puede producir una reacción en cadena en la piscina de
combustible nuclear gastado”.
¿Se puede confiar en TEPCO?
TEPCO ha
hecho público un vídeo para tranquilizar a la gente. En él se puede ver
cómo sería el proceso de extracción del combustible. Arnie Gunderson
llama a este vídeo una “Historia fantástica”, y en base a él ha elaborado otro en que da aclaraciones de las mentiras en las explicaciones de TEPCO.
No sorprende entonces que TEPCO trate de evitar este panorama de alarma. Japan Times informaba: “Preguntado Zengo Aizawa, Vicepresidente de TEPCO y supervisor de la crisis de Fukushima, sobre si es posible lograr revertir la situación crítica en la que
se encuentran las barras de combustible gastado, dijo que el proceso de
extracción da garantías al hacerse de una en una, y una sola barra de
combustible no puede causar una reacción en cadena”.
Esta
confianza de la compañía es compartida por uno de su asesores, Lago
Barrett, un estadounidense que tiene más de 40 años de experiencia en la
energía nuclear y que supervisó las labores de limpieza después del
accidente de Three Mile Island. Barret visitó la central nuclear de Fukushima el pasado 13 de noviembre, y dijo a Japan Times
que estaba impresionado con los preparativos de TEPCO, incluyendo el
reforzamiento de la piscina de combustible de la Unidad 4: “Ahora puedo asegurar que esta tarea se puede ejecutar correctamente”.
Mientras
tanto, las unidades cercanas, 1, 2 y 3, todas ellas con el núcleo del
reactor fundido, han permanecido en una situación incierta desde 2011.
Hablando sobre este asunto en el programa Materia Oscura con Paul Gunter, dijo:
“Hay 3
reactores cuyos núcleos han sido abandonados a su suerte. Han fundido la
parte inferior del recipiente del reactor. No se sabe muy bien dónde
están, porque el lugar tiene tan nivel de radiactividad que nadie puede
entrar allí. Han enviado robots muy innovadores con sensores para
obtener fotografías, pero estos artilugios no vuelven. Hemos abierto una
puerta al infierno que no se puede cerrar tan fácilmente. Tres núcleos
se están fundiendo, podrían estar en cualquier lugar de la base de
hormigón en su camino hacia abajo, o incluso podrían haber traspasado
esta capa y encontrarse en el suelo. Con suerte pueden haber formado una
gran masa de material sólido altamente radiactivo.
¿La situación es mala en los alrededores? Peor es el interior
El
14 de noviembre, los medios de comunicación japoneses informaron que,
por primera vez, un robot con control remoto había localizado el reactor
de la Unidad 1, y se comprobó que el agua radiactiva se filtraba al
exterior. TEPCO reconoció que nada podía hacer a corto plazo contra
estas filtraciones, y sospechaba que también se están produciendo
filtraciones en las Unidades 2 y 3. Mientras TEPCO pueda enfriar los
núcleos de los reactores fundidos permanecerán estables, pero va a
seguir vertiéndose agua radiactiva al medio.
Según RT.com: “Los
niveles de radiación medidos en la zona inspeccionada fueron de 0.9 y
1,8 sievert por hora, mientras que la media de radiación típica se
acepta que es de 1 milisievert al año”. Un
sievert es una unidad de medida de las dosis de radiación: una dosis de
un sievert en un breve período de tiempo provoca enfermedad por
radiación y posiblemente la muerte. Un milisievert es una milésima de un
sievert. En otras palabras, el nivel de radiación medido por el robot
es de aproximadamente 9 millones de veces mayor que los niveles de
radiación considerados seguros para los seres humanos.
Más allá de
los límites de Fukushima, en la zona evacuada de la Prefectura de
Fukushima, las autoridades locales están confirmando un aumento en el
número de casos de cáncer tiroides en los niños. La tasa es más de 7
veces mayor que para la población en general y refleja un patrón similar
a la experiencia en torno a Chernobyl después del accidente que ocurrió allí.
Por otro lado, el Gobierno indio sigue adelante es los trabajos de cooperación nuclear con Japón, lo que despejaría el camino a las empresas nucleares japoneses para construir plantas de energía nuclear en la India.
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