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“La bomba no producirá una
reacción en cadena en el agua, ni convertirá todo en vapor de agua, ni
hundirá los barcos sepultándolos en el fondo del mar. Ni se va a
producir un enorme agujero en el fondo del mar que arrastre todas las
aguas. Ni se producirá un colapso de la gravedad. No soy ningún playboy
atómico”.
- Vicealmirante William P. Blandy, comandante de la prueba de la bomba atómica en las islas Bikini, 25 de julio de 1946.
Los científicos militares de
la nación tecnológicamente más avanzada hicieron explotar 67 bombas
nucleares de gran potencia en las islas del Pacífico, aprovechando la
oportunidad para estudiar los efectos de la radiación en los nativos que
habitaban las islas cercanas, describieron a estos como salvajes. ¿Cómo
habría que definir a aquellos que impiden la difusión pública de un
documental que habla sobre estos crímenes estadounidenses de la
posguerra?
Salvajismo nuclear es
un reciente documental que investiga las pruebas de armas nucleares
realizadas por Estados Unidos en la Islas Marshall, entre 1946 y 1958, y
en particular el Proyecto Secreto 4.1:
un experimento estadounidense sobre la exposición a sobredosis de
radiación – de forma deliberada- sólo para comprobar los efectos de la
radiación, aunque supusiese la mutilación y muerte de muchas personas.
Pues bien, el documental lleva más de dos años sin poderse difundir,
manteniéndose una férrea censura sobre él.
En el documental se oye la
voz de un locutor de un noticiario que relata con voz estentórea las
pruebas que los estadounidenses están realizando en las islas Marshall,
en abril de 1957:
“Los marshalíes han sido expuestos a un nivel radiactivo de 175 roentgen. Son personas que se dedican a la pesca,
salvajes no civilizados, por lo que un grupo de ellos fue trasladado
hasta Chicago para someterlas a un examen. El primero fue John, el
alcalde de Rongelap Atoll…John, como hemos dicho, es un salvaje, un
salvaje feliz y responsable”.
¿175 roetgens, suponiendo que la medición fuera exacta? En 1950, la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP)
recomendó que los seres humanos no sobrepasasen una exposición a la
radiación superior a los 0,3 roentgen a la semana ( el roentgen como una
unidad para medir la dosis de radiación ha sido sustituido por REM
(acrónimo de roentgen equivalent man). No se sabe con seguridad durante
cuanto tiempo se expuso a las gentes de las islas Marshall a esos
niveles de radiación, pero es una cantidad que supera en más de 580
veces lo que entonces se consideraba una exposición semanal segura.
El Servicio Público de Difusión subvencionó este documental y ahora lo censura
En el año 2005, el director Adam Horowitz comenzó a trabajar en el rodaje de Salvajismo nuclear, su
segundo documental sobre el uso militar y los abusos cometidos por los
estadounidenses en las islas Marshall. Horowitz tenía un contrato
firmado con Pacific Islanders in Communications (PIC), que se describe como “una
organización que informa sobre la historia de las islas del Pacífico,
su cultura y los desafíos contemporáneos. Una organización sin ánimo de
lucro. PIC subvenciona principalmente nuevos programas en la televisión
pública. Trabajamos con productores independientes para crear y
distribuir los programas para que lleguen a la audiencia, avanzando
propuestas y representando diferentes puntos de vista, algo que no suele
ser muy común en la televisión pública ni en la comercial”.
Para poder poder llevar a cabo el rodaje del documental Salvajismo nuclear, PIC subvencionó con 100.000 dólares a través del Servicio Público de Difusión. Horowitz terminó el documental, de 87 minutos de duración, en octubre de 2011, siendo propuesto para el premio como Mejor Película Documental en el Festival Internacional de Amsterdam.
Pero enseguida los responsables del Servicio de Difusión empezaron a
poner trabas para que su emisión y fuese conocida por el público,
táctica que continúa en 2014. Imparcialidad y Exactitud en la Información (FAIR) informó de esta situación en Estancamiento nuclear.
Una de las primeras
solicitudes para su emisión fue la de Leanne Ferrer, aunque en una
versión más corta de 60 minutos de duración. En lugar de ser Horowitz el
que realizase el corte de los 27 minutos adicionales, PIC contrató a su
propio editor para realizar el proceso de edición. Una de las
objeciones de Ferrer era que el documental ofrecía una especie de
racismo inverso políticamente correcto, señalando que había demasiado de
Horowitz en el documental y poco de las islas del Pacífico. Se hizo
esta versión más corta con menos Horowitz, y el sitio web de PIC publicó
Salvajismo nuclear: Las Islas del Proyecto Secreto 4.1, un retrato
de las islas del Pacífico que luchan por su dignidad y supervivencia
después de décadas de envenenamiento por la contaminación radiactiva
intencional por parte del Gobierno de Estados Unidos”.
PIC resume el documental de la siguiente manera:
“Algunos utilizan el
término salvaje para referirse a las personas de culturas primitivas,
pero la experimentación nuclear ha provocado que el salvajismo
establezca nuevos niveles. En la década de 1950, Estados Unidos llevó a
cabo 67 pruebas nucleares con bombas atómicas y de hidrógeno en las
islas Marshall, exponiendo a la contaminación radiactiva a la población.
Los isleños de Rongelap recibieron dosis mortales de radiación y luego
fueron trasladados a una isla contaminada para que sirvieran como
conejillos de indias, durante 30 años. El cineasta Adam Jonas Horowitz
ha estado recopilando material durante 25 años, y en su documental
incluye archivos y documentos inéditos, creando un retrato inolvidable
del racismo, la arrogancia y el cinismo estadounidense. Ganadora de
varios premiso en París, Chicago y Ciudad de México”.
El Servicio Público de Difusión ha censurado el documental sin una explicación previa
En 2013, el World Channel del Servicio Público de Difusión (PBS) programa la emisión de Salvajismo nuclear
durante cuatro sesiones, los días 28 y 29 de mayo. El ejecutivo de PBS
Tom Davison envió un correo electrónico a Horowitz diciéndole que la
emisión no podía realizarse sin una explicación previa por parte de PBS,
felicitándole por la emisión. Horowitz no pudo ponerse en contacto
directamente con Davison, Ferrer o cualquier otro directivo del Servicio
Público de Difusión, aunque el ejecutivo Amber McClure escribió un
orwelliano “Su programa no ha sido rechazado por la PBS”.
Para
que Horowitz pueda recuperar el control de su documental, la PBS debe
expresar un absoluto rechazo a su emisión. En diciembre de 2013, en una
carta al editor del Santa Fe Reporter, describía así la situación:
“Los
ejecutivos del World Channel de la PBS han aceptado, programado y
anunciado la emisión a nivel nacional, para cambiar de decisión y
cancelar la emisión en el último minuto. Inicialmente fue aceptado y
luego rechazado por la PBS, en tres ocasiones. Los ejecutivos de la PBS
se comprometieron a entregarme una lista de lo que consideraban era una
visión sesgada o cosas dadas por hecho, y me comprometí a trabajar con
ellos para solucionar cualquier problema. Pero no he recibido detalles
de la PBS sobre las quejas en torno al documental, que han modificado
completamente con sus propios editores”.
El proyecto también contó con el apoyo de fundaciones privadas, como el Project Kindle, en donde se dice:
“Apoyamos a los
denunciantes y agitadores. Damos subvenciones a pacificadores y
salvadores. Apoyamos a aquellas personas que presentan proyectos que
favorecen soluciones y alternativas en sistemas en transición. Buscamos
lo extraño… aquello que tiene menos posibilidades de obtener
financiación. Financiamos a individuos e iniciativas arriesgadas o
radicales, integrando las fuentes de financiación…”.
Una información pública que no siempre es conocida públicamente
Las Notas sobre Salvajismo nuclear: Las islas del Proyecto Secreto 4.1
que aparecen en el sitio web del Proyecto Kindle desde abril de 2012
dicen que la película está obteniendo un gran éxito, a pesar de la
censura no oficial, y que es emitida en el circuito de festivales.
Desgarradora es
la palabra que mejor define lo que se describe en esta película. En mis
conversaciones con Adam hemos repetido esta palabra varias veces. A
menudo me pregunto cómo resiste a exponer estas atrocidades que los
seres humanos infligen a otros. Los habitantes de las islas Marshall se
han enfrentado a catástrofes similares, como cuando fueron sometidos a
exámenes médicos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Adam
quiere informar de lo que ocurrió. Su perseverancia es una de las claves
del éxito del documental, que está atrayendo la atención en los
circuitos internacionales, pero también ha provocado una reacción en los
habitantes de las islas.
Salvajismo nuclear se está emitiendo una y otra vez en los canales de televisión locales y nacionales de las islas. Se mostró en la Conferencia de Presidentes de las Islas del Pacífico.
La gente ha copiado la película y la pasa de mano en mano, con copias
piratas que a veces son emitidas por la televisión. Los activistas de
las Islas Marshall están usando el documental para oponerse a las
pretensiones del Gobierno de Estados Unidos de devolver a las
poblaciones a sus islas de origen, todavía peligrosamente contaminadas
por radiación.
“Desde entonces nadie ha
vuelto, a pesar de las intenciones estadounidenses para reasentar a los
refugiados en las islas Marshall, desde que fueron expulsados, dejando
las casas vacías”, dijo Horowitz durante la presentación del documental en el Festival de Cine Internacional en Window Rock, Arizona.
Horowitz se muestra
indignado por el trato que los estadounidenses han dado a las islas
Marshall. A finales de 2013, declaró a un reportero: “Destruyeron a
todo un país con el que no estábamos en guerra, sino que por el
contrario manteníamos una relación pacífica. Efectuaron explosiones en
todas estas islas, se contaminaron de forma deliberada, realizándose
experimentación humana. Son unos hechos desconocidos para los
estadounidenses”.
Los hechos fueron clasificados como Alto Secreto
hasta la década de 1990, cuando la Administración Clinton desclasificó
los documentos relacionados con la pruebas nucleares y el Proyecto Secreto 4.1,
que incluía la utilización de los habitantes de las islas del Pacífico
como conejillos de indias para evaluar el impacto de la radiación
ionizante. Incluso el historiador oficial de los ensayes nucleares,
Hacker Barton, trató de minimizar el proyecto criminal, pero en 1994
escribió: “Una desafortunada elección de la terminología no pudo
ayudar a explicar por parte de la AEC (Agencia de la Energía Atómica)
los efectos de la exposición deliberada a la radiación en las Islas
Marshall. Como ocurrió en la década de 1920 y luego con Hiroshima y
Nagasaki en 1945, los sucesos de las Islas Marshall han quedado ocultos y
sin conocerse las consecuencias de una exposición a altos niveles de
radiación”.
Estados Unidos fue una potencia de ocupación, y en términos efectivos todavía lo sigue siendo
Los
europeos descubrieron estas islas del océano Pacífico en la década de
1520 (nombradas las islas Marshall el honor del explorador británico
John Marshall). En 1874 pasaron a formar parte de las Indias Orientales de España. En 1884, las compró Alemania como parte de la Nueva Guinea Alemana. Durante la Primera Guerra Mundial, los japoneses ocuparon estas islas y más tarde estuvieron bajo la administración de la Liga de las Naciones. Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos conquistó estas islas a los japoneses, y así siguen ocupadas desde entonces.
En 1946, Estados Unidos
evacuó a toda la población del atolón de Bikini (167 personas) y allí se
realizó la primera de las 23 explosiones atómicas que se han hecho en
lo que queda del atolón (parte del cual ha desaparecido), inhabitable
debido a la contaminación radiactiva ( un documento dice que allí viven
de 4 a 6 cuidadores). Casi todos los 167 residentes de aquel atolón han
muerto, siendo sus descendientes más de 4000. En 1975 se presentó una
demanda ante el Tribunal Federal., solicitando una compensación 750
millones de dólares, cantidad que nunca se ha pagado, negándose la Corte
Suprema a una revisión en abril de 2010. Pero los damnificados siguen
en su empeño de obtener un resarcimiento económico justo.
En 2010, la UNESCO declaró al atolón de Bikini Patrimonio de la Humanidad, para recordarnos que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos ha dicho que Bikini tiene unos niveles cercanos a los niveles seguros de radiación, unos 15 milirems. Para el Departamento de Energía de Estados Unidos, el nivel seguro de radiación estaría en los 100 milirems, pero ambos no se ponen de acuerdo.
En 1947, las Naciones Unidas
incluyeron a las Islas Marshall como territorio bajo la Administración
fiduciaria de Estados Unidos, entre cuyas obligaciones estaba la de “proteger a sus habitantes contra la pérdida de sus tierras y recursos”. Poco después, Estados Unidos también evacuó a toda la población del atolón Enewetak, donde explotaron otras 44 bombas atómicas, la última en el año 1958.
El 1 de marzo de 1954,
Estados Unidos hizo explotar su primera bomba de hidrógeno, de 15
megatones, 1000 veces más potente que la bomba lanzada sobre Hiroshima
en 1945. La historia oficial, la del Gobierno estadounidense, es que se
produjo un accidente y que si midió tan alto nivel de radiación en las
poblaciones cercanas fue por la dirección del viento, y que el Proyecto Secreto 4.1 se inició con la intención de ayudar a las víctimas, así como para evaluar su estado.
Sin embargo, los registros
también hacen referencia a la existencia del Proyecto 4.1 antes del 1 de
marzo de 1954 ( el Gobierno dice que alguien manipuló la información e
introdujo allí esos datos). Pero los hechos son tozudos, y el Gobierno
sabía que la dirección del viento había cambiado y soplaba en dirección a
las áreas pobladas, pero a pesar de todo continuó con la prueba.
Después de la explosión, la radiación se extendió por Rongelap y otras
islas. El Ejército evacuó rápidamente al personal estadounidense, pero
dejó a los felices y responsables salvajes durante dos días más para que se vieran expuestos a la radiación.
Ya en 1956, la Agencia de la Energía Atómica había dicho que las Islas Marshall eran “con mucho el lugar más contaminado del mundo”.
Para los vencedores, aplicar justicia es algo opcional, no un deber
En
1979, Estados Unidos permitió el establecimiento de un Gobierno propio
en las Islas Marshall, pero se reservaba el control exclusivo para uso
militar y la defensa del territorio. En 1986, Estados Unidos otorga la
soberanía a las Islas, mediante un orwelliano acuerdo denominado de
Libre Asociación, que permitía el uso militar por parte estadounidense y
uso gratuito del atolón Kwajalein como campo de pruebas para misiles. Cuatro años más tarde, la ONU puso fin a la Administración fiduciaria de la nación. La CIA estima el PIB
de las Islas Marshall 182 millones de dólares, aportando Estados Unidos
70 millones de dólares en concepto de ayudas, de acuerdo con el
Departamento de Estado. Tanto la CIA como el Departamento de Estado
omiten la indemnizaciones no pagadas en los datos públicos sobre las
Islas Marshall.
En Salvajismo nuclear
aparece la Embajadora de Estados Unidos, Greta Morris, que hace una
declaración pública de profundo pesar por los daños sufridos por los
habitantes de la Islas Marshall, “como resultado de las pruebas realizadas, así como los daños causados por un cambio accidental en la dirección del viento”, que también es la misma excusa que pusieron cuando estalló otra bomba, la Castle Bravo. Más
tarde, en un acto público, se le preguntó a la Embajadora sobre la
política del Gobierno de Estados Unidos, pero se negó a hablar ante las
cámaras.
En marzo de 2012 se conmemoró el aniversario de la prueba de la bomba de hidrógeno. El Ministro de Asuntos Exteriores de
las Islas Marshall, Phillip Muller, solicitó a los Estados Unidos que
pagase una indemnización de 2 mil millones de dólares, ya solicitada
ante el Tribunal de Reclamaciones Nucleares, creado y avalado por
Estados Unidos. La obligación moral y financiera de Estados Unidos
sigue creciendo, con un aumento de las tasas de cáncer. El mismo
acontecimiento narrado por Overseas Territories Review:
“La Embajadora de Estados Unidos en la Islas Marshall, Martha Campbell, dijo el
jueves por la noche en Majuro que Estados Unidos había concedido una
compensación de 600 millones de dólares a la República de las Islas
Marshall como ayuda a las víctimas de los efectos de las pruebas
nucleares. También se indicó que los Gobiernos de Estados Unidos y las
Islas Marshall habían acordado “una solución completa y definitiva de
todas las reclamaciones relacionadas con las pruebas nucleares”, ya en
1983 (quizás haciendo referencia al Pacto de Libre Asociación y otros
acuerdos paralelos”.
En 1988, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC)
hizo un estudio comparativo de las cantidades de yodo-131 radiactivo
presente en cuatro lugares diferentes, expresado en curios (1000 curios
de cesio-137 podrían causar graves efectos sobre la salud por una
exposición de unos pocos minutos). El equipo del CDC encontró que la planta de procesamiento nuclear de Hanford emitía a la atmósfera 739.000 curios de yodo-137; en Chernobyl se emitieron 40 millones de curios; en el sitio donde se realizó la prueba de la bomba nuclear en Nevada, 150 millones de curios, y en las Islas Marshall, 6300 millones de curios (más de 30 veces la radiación de la suma de la radiación del resto de los lugares).
La República de las Islas
Marshall se encuentra en el puesto número 5 del mundo en cuanto a
mayores costes sanitarios en relación con el PIB, detrás de Liberia,
Sierra Leona. Tuvalu y Estados Unidos.
La historia del tratamiento
de las víctimas de la radiación en las Islas Marshall es un ejemplo
paradigmático del tratamiento de las víctimas de la radiación en otras
partes. Los autores de estas atrocidades ven que no paran de sucederse
efectos sobre la salud, unos tras otros, por lo que finalmente deciden
descargar toda responsabilidad de sus actos. Al menos por lo que hemos
visto hasta ahora, lo sucedido en las Islas Marshall presagia lo que
puede ser el futuro de Fukushima.
Dado lo poco agradable que
esta historia puede resultar para la audiencia estadounidense de
televisión, no es de extrañar que los ejecutivos de la radiodifusión
pública se contenten con gastar el dinero manteniendo entretenida a la
gente.
Notas posteriores:
- “El
termino salvaje se utiliza para referirse a personas de culturas
primitivas, pero en este documental se muestra otro salvajismo, que
alcanza su máxima expresión en culturas de una tecnología muy avanzada.
En la década de 1950, Estados Unidos llevó a cabo 67 pruebas nucleares
en las Islas Marshall, haciendo desaparecer islas enteras y exponiendo a
las poblaciones a contaminación radiactiva. Los habitantes de Rongelap
recibieron dosis mortales de radiación de una de estas pruebas, siendo
luego trasladados a una isla también muy contaminada para servir como
conejillos de indias y así probar los efectos de la radiación en los
seres humanos, durante casi 30 años, sufriendo cánceres recurrentes y
defectos de nacimientos, afectando a varios generaciones. Este acto
criminal del Gobierno de Estados Unidos se llevó a cabo con un arrogante
racismo, que sin archivos y la revelación de documentos secretos,
parecería una historia increíble”.
- Film Society Lincoln Center, New York City, descripción de Salvajismo nuclear: Las islas del Proyecto secreto 4.1
La
República de las Islas Marshall cubren aproximadamente un millón de
kilómetros cuadrados, unas islas pintorescas, prósperas y de aguas
cristalinas, sin lugar a dudas uno de los lugares más interesantes para
visitar.
- Promoción Gubernamental de las Islas Marshall del turismo en 2014.
Sobre el autor:
William M. Boardman
tiene más de 40 años de experiencia en el teatro, la radio, la
televisión y la prensa escrita, y 20 años en el poder judicial, en
Vermont. Ha recibido diversos honores, incluida la propuesta para la
concesión de un Emmy de la Academia de Televisión, Artes y Ciencias.
Este artículo se publicó por primera vez en: Reader Supported News
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Procedencia del artículo:
http://dissidentvoice.org/2014/01/u-s-human-radiation-experiments-covered-up-by-public-broadcasting/
De:
http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2014/01/11/experimentos-estadounidenses-sobre-los-efectos-de-la-radiacion-en-los-seres-humanos-las-islas-marshall/
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