La Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de la Agencia
Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), clasificó en mayo de
2011 los campos electromagnéticos generados por móviles y wifis en la
categoría «2B», es decir, posibles cancerígenos, lista en la que se
incluyen otros productos claramente nocivos como el humo de los
automóviles, el cloroformo, el humo de motores, vegetales macerados,
herbicidas clorofenóxicos (utilizados en la producción y aplicación de
herbicidas, el cloruro de metileno (utilizado como desengrasante, en
farmacias o como plaguicida) y un largo etcétera hasta un total de 271
agentes hasta la fecha.
En España, al día de hoy, existen unos 6 millones de niños con edades
comprendidas entre 3 y 16 años, que pasarán, a lo largo de su ciclo
educativo, más de 10.000 horas en centros en los que, posiblemente,
exista conexión wifi, con lo que se verán sometidos durante ese período
particularmente vulnerable a un agente posiblemente cancerígeno.
Además, los niños son particularmente sensibles a estos campos electromagnéticos,
y el período de exposición, empezando a tan corta edad, es muy
prolongado. Recientes estudios muestran que "la absorción de una señal
(electromagnética) determinada que incide en la médula gris y la corteza
cerebral, es dos veces más profunda en un niño que en un adulto".
Nuestra propuesta
...
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