El pasado mes de septiembre, el Dr. Andrea C. Gore, de la Universidad de Texas, Austin, publicó una revisión clínica de la Segunda Declaración Científica de la Sociedad Endocrina sobre Productos Químicos que Alteran el Sistema Hormonal (EDC-2) en la revista Jama Internal Medicine,
en la que llamaba la atención sobre la cuestión de los disruptores
endocrinos y sus vínculos con varias enfermedades y trastornos. A
continuación examinamos la evolución de estas sustancias.
Las sustancias que alteran el sistema hormonal son motivo de una creciente preocupación, asunto al que se ha dedicado mucho espacio
durante 2016. Después de que Gore publicase su revisión, se han
publicado más investigaciones sobre las preocupaciones de la salud y las
iniciativas políticas relacionadas con estos productos químicos.
Siguiendo la publicación de Gore, un importante estudio, de Trasande et al., fue publicado en The Lancet Diabetes & Endocrinology.
El estudio de Trasande informaba que la exposición a los disruptores
endocrinos supone para la economía estadounidense unos costes totales en
gastos sanitarios de 340.000 millones de dólares anuales, lo que
representa más del 2% del PIB total de los Estados Unidos. En la UE el
coste sanitario sería de unos 217.000 millones de dólares, una
diferencia que los autores achacan a una regulación más estricta de los
disruptores endocrinos en Europa. Los autores estiman que la pérdida de
ingresos pueden atribuirse a enfermedades relacionadas con los
disruptores endocrinos, tales como la obesidad, la diabetes, el cáncer y
otros trastornos, como el TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con
Hiperactividad) y autismo.
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