“Ciencia normal” según Thomas Kuhn, haría
referencia a un consenso generalmente aceptado, aunque desde el punto de
vista científico no fuese correcto. Por ejemplo, la comunidad
científica ( es decir, lo que llamamos “Ciencia normal”) en su
tiempo creyó que la Tierra era el centro del Universo. Las nuevas
evidencias y científicos valientes desafiaron de forma reiterada este
supuesto, y con el tiempo en modelo heliocéntrico se convirtió en “Ciencia normal”.
Me atrevo a decir que hemos estado atrapados en un
paradigma obsoleto sobre los alimentos y la salud desde que comencé a
trabajar en el campo de la nutrición hace 60 años. Nuestra continua
incertidumbre sobre el consumo de alimentos seguros y mantenimiento de
nuestra salud, plantea una serie de interrogantes sobre la integridad
científica que guía nuestras decisiones.
¿Por qué la mayoría de los investigadores de la llamada “Ciencia normal”,
por ejemplo, ignoran los beneficios para la salud humana de una
alimentación completa a base de vegetales? ¿Y por qué asumen esos mismos
investigadores que los alimentos transgénicos son seguros? Dos ideas
aparentemente independientes que comparten el mismo escenario. Aunque
podríamos dar varias respuestas a estas preguntas, una destaca sobre el
resto: un preocupante número de instituciones de investigación que dicen
mantener una posición objetiva en el campo científico, se alían con las
exigencias del mercado en lugar de favorecer la ciencia y la salud para
el bienestar de todos, los hombres y los sistemas ecológicos. De todos
modos, estas instituciones y sus partidarios asumen que los genes, la
fuente primaria de los eventos biológicos, son los únicos que determinan
los resultados. Esta presunción de la supremacía de los genes pone en
peligro estas dos cuestiones: la alimentación a base de vegetales y los
alimentos transgénicos.
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