Ecologistas en Acción se ha sumado a la querella criminal contra dos
extesoreros del Partido Popular, algunos de los dirigentes de la
formación y varios responsables o ex responsables de grandes
constructoras. La mayor parte de los pagos supuestamente ilícitos que
aparecen en los “papeles de Bárcenas” presumiblemente se tradujeron
luego en licitaciones de grandes e insostenibles obras de
infraestructura que ahora debemos pagar incrementando de forma
abrumadora la deuda pública.
Es posible que alguien se pregunte qué hace una organización
ecologista en una querella como ésta. Ecologistas en Acción lleva años
alertando sobre la insostenible y destructora política de
infraestructuras que se ha venido desarrollando durante las últimas
décadas en España. Ahora, la simple comparación de los supuestos apuntes
contables del extesorero del PP con las licitaciones de grandes
infraestructuras permite hacerse una idea de los motivos que han llevado
a unas inversiones tan alejadas de las necesidades de la mayor parte de
la población.
La justificación de estas
grandes obras ha sido siempre la misma: las infraestructuras de
transporte promueven el desarrollo económico y crean empleo. Sin
embargo, el Estado español es récord en todo tipo de infraestructuras de
transporte –tenemos más kilómetros de autovías y autopistas, o de
kilómetros de alta velocidad ferroviaria, o de aeropuertos deficitarios
que ningún otro vecino europeo– y a pesar de esta sobredotación, también
somos récord en problemas económicos y en desempleo. Las cosas no
funcionan como nos cuentan.
Entonces, ¿cuáles son los verdaderos motivos para llevar a cabo estas
obras? Un repaso a algunas de las señaladas en la querella puede dar
pistas para entender cómo se financian inversiones ruinosas para el
erario público y muy destructivas para el territorio y el medio
ambiente.
Autopista de peaje Madrid-Toledo
Madrid tiene nada menos que 13 autopistas radiales. Cinco son de
peaje y están en una situación ruinosa, recibiendo créditos
participativos y compensaciones del Estado para que no quiebren, puesto
que si esto ocurre el Estado tendría que hacerse cargo de las deudas con
los bancos.
Una de ellas es la AP-41, Madrid-Toledo. Se trata de una autopista
que tiene el 11% del tráfico previsto. Costó 440 millones de euros. La
concesionaria, a la que pertenece el grupo Sando –cuyo presidente José
Luis Sánchez es uno de los querellados– ha demandado a Fomento y el
Tribunal Supremo le ha dado la razón, por lo que el Estado deberá
compensar a la concesionaria, que reclama 320 millones, por
incumplimiento contractual: alegaban que la obra iba a llegar hasta
Córdoba y el hecho de que concluya en Toledo les ha hecho perder
rentabilidad. Un despropósito de gestión y un despilfarro de fondos
públicos.
Metro ligero de Madrid
Otra inversión ruinosa. La construcción de Metro Ligero Oeste de
Madrid costó 585 millones de euros. OHL, empresa de la que es
expresidente otro querellado, Juan Miguel Villar Mir, tiene el 51% de la
concesionaria. La explotación sigue un sistema equiparable al peaje en
la sombra, de tal modo que la Comunidad de Madrid paga unos 5 euros por
pasajero que se monta en el metro ligero. El coste real de cada pasajero
en el resto de la red de metro es de 1,7 euros, lo que da idea de lo
onerosa que resulta esta concesión para las arcas públicas. Además, si
la demanda de viajeros queda por debajo del 68% de la prevista en el
contrato, la Comunidad de Madrid también debe compensar a la
concesionaria. Un negocio redondo.
AVE
Muchas de las empresas referenciadas en la querella (Hispánica,
Aldesa…) han obtenido sustanciosos contratos de construcción de líneas
AVE. Frente a toda la dialéctica y publicidad del Ministerio de Fomento y
los grupos constructores, lo cierto es que la mayor parte de estas
obras no se justifican desde el punto de vista económico (ni que hablar
del ambiental o social). La propia Comisión Europea estableció que solo
son justificables estas inversiones tan desmesuradas (unos 30 millones
de euros por kilómetro de línea) con “una demanda mínima de 9 millones
de pasajeros” [1]. Ni siquiera la Madrid-Barcelona llega a esas cifras.
En la actualidad, por ejemplo, Fomento prevé gastar 8.500 millones de
euros el llevar el AVE a Galicia cuando un estudio encargado por el
propio ministerio concluye que no hay demanda más que para tres trenes
diarios por sentido. Y estas inversiones se acomenten al mismo tiempo
que se aplican unos draconianos recortes en partidas básicas para el
bienestar de la ciudadanía.
La deuda actual del grupo Fomento –el ministerio y las empresas
públicas como Adif o Aena– supera 40.000 millones de euros. Ecologistas
en Acción considera que la mayor parte de las inversiones para las que
se ha contraído esta inmensa deuda no tienen justificación desde el
punto de vista del transporte ni del interés social, pero sí de los
turbios intereses que se pretenden desvelar con esta querella.
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