Nestlé se sigue beneficiando de la esclavitud infantil

Hay un árbol perennifolio que está siempre en flor, el
árbol del cacao (
Theobroma cacao). Otra especie más que está
amenazada por el cambio climático. De sus semillas sale el
chocolate, un producto que no es de primera necesidad, pero que está buenísimo: un auténtico
alimento de los dioses,
como indica en griego su género (la primera palabra de su nombre
científico). Se le atribuyen muchas propiedades beneficiosas (mejor
cuanto más negro), tales como ser anticancerígeno y antidiarreico,
ayudar a los sistemas circulatorio e inmune, combatir la tos y el
síndrome de fatiga crónica (
SFC)… y sin olvidar el hecho de ser antioxidante, y afrodisíaco.

Como características negativas, el
chocolate tiene demasiadas grasas y azúcares, y a algunos le provoca
dolor de cabeza. Pero más dolor de cabeza provoca a los muchos niños que
trabajan en régimen de
explotación infantil en muchas plantaciones de cacao, y
a los agricultores que se les paga un precio despreciable, en parte por la
concentración del mercado mundial en unas pocas multinacionales (similar al
oligopolio del mercado eléctrico en España).
El 45% de los hogares que producen cultivos para exportación (cacao y
café principalmente) están entre los más pobres de la sociedad en
Costa de Marfil, el principal productor de cacao del mundo.
¿Cómo pueden ser tan pobres los que producen un producto tan rico, y que se paga bien en el mundo rico?
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