Varias decenas de activistas disfrazados
de apicultores frente a una gigantesca abeja hinchable festejaban ayer
en pleno centro del barrio europeo de Bruselas el éxito que los
ecologistas y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria
acaban de lograr frente a gigantes químicos como Bayer y Syngenta. Tras
recibir el respaldo de 15 Estados miembros, la Comisión Europea se ha
visto con las fuerzas necesarias para continuar con su plan de prohibir
tres pesticidas tóxicos para las abejas.
Los defensores de la iniciativa argumentan
que se está protegiendo a unos insectos vitales para el ecosistema y
que aportan, según cálculos del Ejecutivo europeo, 22.000 millones de
euros a la economía de la Unión cada año. Los críticos, en cambio,
defienden que las autoridades van a adoptar una medida lesiva para los
agricultores basándose en unos estudios con una pobre base científica.
La prohibición de los tres plaguicidas neonicotinoides, habituales en la
siembra del girasol, la colza, el algodón y el maíz, durará dos años.
El imidacloprid, la clotianidina y el tiametoxam afectan al sistema
nervioso de las abejas, y pueden llegar a causar la parálisis e incluso
la muerte de los insectos.
La medida podría afectar a un tercio de
las semillas preparadas en la UE, de las que España es uno de los
principales productores. Pese a sus reticencias iniciales —en un primer
momento pidió aplazar cualquier decisión hasta tener más datos
científicos concluyentes, aunque se pronunció a favor en la primera
votación de marzo pasado—, España fue uno de los 15 países que
respaldaron la propuesta de la Comisión en el comité celebrado ayer. Los
votos recabados impidieron que un grupo de países pudieran bloquear la
iniciativa.
Bruselas había propuesto que la medida
entrara en vigor a principios de julio, pero finalmente ha aceptado
retrasarlo hasta el 1 de diciembre por razones legales. “Nos dijeron que
los agricultores necesitaban más tiempo. La mayoría ya han comprado o
pedido las semillas para el verano. Pensamos que era mejor darles por lo
menos un plazo de seis meses”, asegura un portavoz comunitario.
La Comisión Europea se ha basado en el informe sobre los neonicotinoides
(sustancias derivadas de la nicotina cuyo uso está muy extendido en
cultivos de todo el mundo) que le encargó a la Autoridad Europea de
Seguridad Alimentaria. Sus resultados, que se hicieron públicos en
enero, indican que tres sustancias, el imidacloprid, la clotianidina y
el tiametoxam, suponen un “riesgo agudo” para las abejas y recomendaban
limitar su uso en algunos cultivos. Dos investigaciones publicadas en
2012 en la revista Science, en el Reino Unido y en Francia, también relacionaron los pesticidas con una disminución del tamaño de las colmenas y el descenso de la producción.
“Los pesticidas son solo una de las
múltiples causas del declive de las abejas”, explica Pablo Vargas,
biólogo del CSIC que investiga en el Real Jardín Botánico de Madrid.
“Se explica también por enfermedades provocadas por un ácaro, un hongo y
un virus. El colapso no se evita simplemente prohibiendo los
pesticidas”, añade. “Hay 25.000 especies de abejas, y la de la miel es
una de ellas. Estas enfermedades afectan sobre todo a esta especie, pero
los pesticidas tienen efectos en todas, en estas y en las silvestres”,
asegura.
Un portavoz de Bayer,
que produce imidacloprid y clotianidina, señaló ayer que la prohibición
puede “provocar pérdidas en las cosechas y en la competitividad de la
agricultura europea”. La empresa defiende que los neonicotinoides son
“seguros para las abejas, cuando se usan correctamente según las
instrucciones”. Las productoras de estas sustancias también argumentan
que la disminución de poblaciones de abejas no es un fenómeno nuevo y
existía antes de su comercialización, a principios de los noventa.
Fuente:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/04/29/actualidad/1367265315_648693.html
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