Sorprendentemente,
la privatización de la Sanidad no la están haciendo sólo políticos.
Directivos de empresas privadas de salud han entrado en la
Administración para dirigir desde dentro la privatización de los
hospitales públicos. Es la táctica del Caballo de Troya: infiltrarse en
el rival, para acabar con él.
Antonio Burgueño, director General de Hospitales de la Comunidad de Madrid,
es un ejemplo de la táctica del Caballo de Troya. Es autor del plan
de privatización de la Sanidad Madrileña y responsable de perlas como
estas:"Los hospitales no pueden seguir siendo propiedad del Estado" o
"No podemos seguir con médicos funcionarios".
Su predilección por el libre mercado le viene de su anterior etapa profesional, antes de entrar en la alta política, trabajó durante casi 20 años para empresas del sector.
No era un cualquiera. Fue uno de los ideólogos del Hospital de Alzira,
el pionero en España de la gestión privada con dinero público. Entre
sus propuestas estrella, Burgueño defiende pagar por cada consulta.
Una
de las empresas beneficiadas durante su mandato con la adjudicación de
un hospital ha sido Ribera Salud. En esta compañía trabaja como jefe
de desarrollo de negocio, una persona con un físico y un nombre muy
parecidos al suyo: Antonio Burgueño Jerez, su hijo. En
su blog, el pequeño de los Burgueño, no se corta. Esto escribió sobre
el acceso de los inmigrantes irregulares a un médico: “El derecho a la
asistencia sanitaria es un derecho fundamental para los españoles.
Insisto, para los españoles, no para todo el universo. (...) No
mezclando las churras con las merinas".
El caso de Manuel Lamela es al contrario: tras su paso por la política, entró en el pastel de la Sanidad privada.
Sin tener ninguna experiencia en el sector de la salud, Esperanza
Aguirre le nombró Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Debió
de gustarle mucho ese nuevo mundo porque cuando dejó el cargo, usó sus
contactos para crear Madrid Centro Médico. Ahora, Lamela da charlas
sobre la necesidad de recortar la sanidad pública.
José Güemes, sucesor de
Lamela en la Sanidad madrileña. Siguió un camino parecido al suyo. Tras
dejar la política se convirtió, entre otras cosas, en consejero de
Unilabs, la empresa privada que gestiona el laboratorio de uno de los grandes hospitales de Madrid. También ha dado conferencias, en las que critica al sector público en el que un día trabajó.
Manuel Marín Ferrer
da una vuelta de tuerca más a esa relación especial entre sanidad
pública y empresas. Trabajó en la Generalitat Valenciana durante 7
años. Su misión era vigilar a la empresa privada que gestionaba el
Hospital de Alzira. Nada más dejar su cargo público, ese mismo hospital
le contrató como director de Salud. Se convirtió así en el jefe del
centro privado que vigilaba.
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