lunes, 19 de febrero de 2018

Cómo una pequeña ciudad prohibió los plaguicidas, preservó su patrimonio alimentario e inspiró un movimiento

Por Allison Wilson, 19 de febrero de 2017

Era el primer día de las dos semanas del período de votación. El municipio rural de Malles Venosta,en los Alpes italianos, estaba a punto de considerar una posibilidad revolucionaria: votar a favor de un “Malles libre de plaguicidas”. En caso de que se votase sí, se terminaría con el uso de pesticidas en Malles y por lo tanto se iniciaría una transición completa a una agricultura ecológica diversificada. 
 
Los mallesis, al despertarse, se encontraron con el pueblo cubierto por brillantes girasoles amarillos. Las flores aparecían en las puertas y flotaban en las fuentes. Algunos se habían pintado en las tapas de las alcantarillas, otras estaban sobre palos en los jardines públicos. La policía ordenó que se retiraran rápidamente, pero las flores “volvían a crecer” misteriosamente cada noche hasta que se terminó el período de votación de dos semanas. 

Esta escaramuza de los girasoles fue el final de una controversia que se desencadenó en el pueblo tras la plantación de los primeros manzanos industriales en Malles. Con este monocultivo también empezaron a rociarse pesticidas muy tóxicos. Estos productos químicos, directa o indirectamente, suponían una amenaza para la cultura tradicional de Malles y para la salud y bienestar de sus gentes. Sin embargo, desafiar el cultivo industrial de la manzana era desafiar el mito del progreso, la creencia de que la adopción de nuevas tecnologías es algo esencial e inevitable. 
...

Más:

No hay comentarios:

Publicar un comentario