El 1 de diciembre de 2020 los doctores Wolfgang Wodarg y Michael Yeadon indicaron que algunas de las vacunas que se iban a probar, incluida la de Pfizer, podrían impedir el desarrollo seguro de la placenta en las mujeres embarazadas. Los médicos explicaron que «se sabe que varias vacunas candidatas inducen la formación de anticuerpos humorales contra las proteínas del SARS-CoV-2, entre ellas la sincitina-1. Esta proteína que se encuentra en los virus del SARS también es responsable del desarrollo de la placenta en los seres humanos. No hay ninguna información de si los anticuerpos contra las proteínas del SARS también actuarían como anticuerpos contra la sincitina-1. Si así fuera, esto también evitaría la formación de la placenta, lo que daría lugar a que las mujeres vacunadas se volvieran esencialmente infértiles» (2).
El gobierno británico el 2 de diciembre de 2020 autorizó formalmente la vacuna candidata de Pfizer desarrollada con la firma alemana BioNTech (ARNm BNT162b2) y elaboró un documento dirigido a los profesionales encargados de inyectarla: “Reg 174 Información para profesionales de la salud del Reino Unido” (3). Documento de 10 páginas con algunas instrucciones y especificaciones sobre la vacuna en cuestión sobre la cual ningún comité de bioética ha puesto la menor objeción.
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