Hay pocos debates más encendidos en la actualidad que el de los
organismos genéticamente modificados (OGM). Desde que, en los años 70
del siglo pasado, dos científicos estadounidenses, Herbert Boyer y Stanley Cohen,
transfirieran un gen de un tipo de bacteria a otra, se han creado dos
trincheras en torno a los defensores y los detractores de este tipo de
tecnología. Mientras tanto, las empresas que controlan el sector de la
bioquímica están en cada vez menos manos, más aún tras las últimas
fusiones y adquisiciones (Syngenta y ChemChina, DuPont y Dow
Agroscience, y la más sonada: Monsanto y Bayer).
Bautizada a veces por las luchas sociales como “Monsatán”, Monsanto
es sin duda la más cuestionada de estas corporaciones. Tiene hasta un
día de lucha internacional en su contra: el 18 de mayo. Uno de los
capítulos más oscuros de la historia es haber creado el agente naranja,
potente herbicida con el que se rociaron los campos de Vietnam durante
la guerra entre aquel país y los Estados Unidos, entre 1955 y 1975. Un
año después del fin de esa guerra, Monsanto presentó al mundo el que
sería el herbicida más vendido de la historia: el Roundup a base de
glifosato, atrazina y otros elementos. Gracias a las patentes de soja y
maíz transgénicos, su uso aumentó hasta 20 veces en menos de dos
décadas, en países como Estados Unidos, Brasil y Argentina [1].
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Más:
https://www.carrodecombate.com/2019/12/09/la-disputa-cientifica-es-politica-el-caso-de-la-soja-transgenica-y-el-glifosato/
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