Ya entonces era difícil saber dónde encontrar y, más aún, cómo luchar contra ese monstruo que “respira beneficios y se alimenta de los intereses del dinero”. 80 años después de la publicación de este libro, resulta aún más complicado saber a quién culpar, hacia dónde tirar la piedra. A golpe de crisis económica, el monstruo ha cambiado de cara y de forma. Y ha conseguido multiplicar su poder, aunque no ha variado su esencia, al menos según la definición de Steinbeck: el alimento del monstruo son los beneficios y “si no se le alimenta, muere”.
El control del sistema financiero y, desde hace unos años, de buena parte de la economía real ya no lo tienen los bancos, sino una compleja red interconectada de distintos fondos de inversión y gestoras de activos. Son los nuevos dueños del planeta.
El investigador de la Universidad de las Islas Baleares Iván Murray define lo que ha pasado en la última década como una “auténtica revolución” en las dinámicas del capitalismo global. “Ya nada es lo que era”, dice a El Salto.
No solo ha cambiado el accionariado de las empresas y de los bancos. La era de los fondos de inversión ha trastocado la forma de hacer negocios, ha cambiado las relaciones laborales, la independencia de los Estados y hasta el concepto mismo de democracia. También ha cambiado la forma de luchar contra este renovado poder corporativo. El primer paso para enfrentarse a él es conocerlo.
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