Desde
su época como candidato a ocupar la primera magistratura, el hoy
presidente de Colombia, Iván Duque, nunca asumió una actitud
crítica al uso del fracking en el país como una alternativa para la
ampliación de las reservas de hidrocarburos. Todo lo contario. Duque
se ha mostrado dispuesto a considerar esta técnica como parte del
desarrollo de lo que ha denominado la “economía naranja”. Este
eufemismo ha sido útil para ocultar el verdadero plan de su
gobierno: la producción y explotación de recursos naturales y la
reducción de impuestos a las clases privilegiadas en detrimento de
las clases medias.
En
efecto, la nueva ministra de Minas, María Fernanda Suárez, aseguró
que uno de sus principales propósitos será “convencer al
presidente Duque de que el fracking se puede hacer de manera
responsable y segura”
(https://www.elespectador.com/noticias/nacional/es-posible-hacer-fracking-de-manera-responsable-ministra-de-minas-articulo-805901).
Mediante esta técnica según la ministra, Colombia podría aumentar
sus reservas de gas y petróleo en 19 y 8 años respectivamente. La
pregunta central es ¿qué consecuencias traería la ampliación de
las reservas de estos recursos? Pues el gobierno actual quiere vender
el fracking como la nueva panacea en la reactivación de la economía
de los hidrocarburos pero ignora, al mismo tiempo, las nefastas
secuelas de esta técnica que han sido referenciadas en otros
artículos de este portal
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Más:
https://snlibretransgenicos.blogspot.com/2018/11/la-dura-pelea-contra-el-fracking-en.html
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